3 pasos para seguir a Jesús en este mundo

El metodista unido Joe Meinholz se encuentra entre los que participaron en una ceremonia de oración y sentada de ocho días en la cabecera del río Mississippi cerca de Bemidji, Minnesota, para bloquear la construcción del oleoducto de arenas bituminosas de la Línea 3. Foto del 14 de junio de 2021, cortesía de Joe Meinholz.
El metodista unido Joe Meinholz se encuentra entre los que participaron en una ceremonia de oración y sentada de ocho días en la cabecera del río Mississippi cerca de Bemidji, Minnesota, para bloquear la construcción del oleoducto de arenas bituminosas de la Línea 3. Foto del 14 de junio de 2021, cortesía de Joe Meinholz.

El trabajo de justicia social no es un ministerio especial o un añadido espiritual. Es el centro de nuestros valores metodistas. Nuestra declaración de misión nos desafía a ser discípulos de Jesucristo que trabajan para transformar el mundo.

Los metodistas unidos se involucran en ministerios que buscan corregir los sistemas quebrantados de opresión y desigualdad. Los metodistas unidos afirman que este trabajo es una expresión inevitable de su fe a la vez que profundizan en las disciplinas más familiares de la adoración, oración y reuniones en grupos pequeños.

Dado que siguen a Jesús para lograr un cambio personal, se encuentran impelidos a trabajar para cambiar el mundo a su alrededor.

La Regla General de Discipulado que se encuentra en el Libro de Disciplina nos enseña que debemos involucrarnos tanto en la expresión privada de la fe como en la pública.

“Nuestra transformación interna y nuestras prácticas espirituales modelan nuestras vidas”, dice la Rev. Dana Neuhauser, organizadora para la justicia social de la Conferencia Metodista Unida de Minnesota. “La forma en que las prácticas de adoración forman nuestras vidas fluye, informa y hasta realmente activa nuestro deseo de unirnos a Dios para transformar el mundo”.

Neuhauser es la Organizadora de Justicia Racial de la Conferencia Anual de Minnesota, así como miembro y ministro de Testimonio Público de la iglesia New City, una congregación metodista unida de Minneapolis que se encontró en el epicentro traumático que sufrió la ciudad durante el verano del año 2020, después del asesinato de George Floyd.

"El sanar un mundo quebrantado nos sana a nosotros mismos".

Se requiere músculo espiritual

Si no fuera porque estuvieron determinados a gastar tiempo adorando, orando y juntándose en grupos pequeños desde que la congregación fue fundada en 2017, los miembros de New City no habrían estado preparados para entrar en sufrimiento del mundo con fuerza y presencia.

“Hemos  formado un músculo espiritual de conexión con Dios y conexión unos con otros, para que incluso en traumas como este sepamos que nos tenemos unos a otros”, explica Neuhauser. “De modo que, creo que la forma en que hemos abordado la adoración espiritual, la conexión y cómo nos conectamos explícitamente para trabajar en la transformación del mundo, nos ayuda a prepararnos para los momentos de emergencia”.

1. Adoremos juntos

El Rev. Tyler Sit, pastor titular de New City, ha publicado el libro “Staying Awake: The Gospel for Changemakers,” donde presenta prácticas espirituales para una vida de reforma interna y externa. La adoración encabeza la lista.

Los servicios de adoración tienen como fin conectar el evangelio de Jesucristo con lo que ocurre en el mundo”, dice Neuhauser, añadiendo que los sermones en New City se basan en la Biblia con “una postura intencional de escuchar las necesidades de la comunidad”.

Joe Meinholz ha sido miembro de New City por dos años. Actualmente, trabaja para una organización interreligiosa como organizador comunitario en el movimiento acerca del cambio climático, específicamente en la resistencia a los oleoductos.

Cuando adora con los miembros de New City, “lleva la esperanza a un nivel diferente”, nos comparte. “Estamos juntos para creer que la transformación es posible”.

2. Orar, orar y orar

Además de la adoración, la oración es fundamental.

Las prácticas espirituales son “en términos generales, los hábitos diarios que usamos para la lucha del alma”, escribe Sit en su libro. La oración es “un tipo de práctica espiritual que se centra en conectarse con Dios… en visitar a Dios diariamente para edificar una relación y para alinearse con los más profundos deseos de Dios para el mundo”.

Cuando tenemos una fuerte conexión con Dios a través de la oración, dice Marlena Graves, autora y oradora metodista unida, seremos más como Cristo y tendremos un corazón que refleja el amor de Dios, todo lo cual “se manifestará en la forma en que tratamos los demás”.

“A fin de cuentas, la respuesta a nuestras oraciones somos nosotros mismos”, explica Graves, refiriéndose a 1 de Juan 3:17-18, que podemos parafrasear diciendo que si alguien está en necesidad pero no lo ayudamos, perdemos la oportunidad de mostrar el amor de Dios.

3.  Al estilo wesleyano: grupos pequeños

Según la congregación New City es vital que rindamos cuentas unos a otros. Los grupos pequeños, que llaman grupos de Vida Juntos, ofrecen la oportunidad de dar cuenta en una forma amorosa y de apoyo.

“La comunidad cristiana es comunidad con una razón”, dice Neuhauser. “Hacemos iglesia unos con otros porque el viaje por la vida no es un proyecto independiente”, dice Neuhauser.

“Tan progresistas como lo somos en New City, somos wesleyanos de corazón”, explica Neuhauser, apuntando al énfasis que Juan Wesley hizo en grupos pequeños.

“Contamos nuestra historia personal en comunidad y cultivamos la práctica de escuchar”, nos dice. Añade que los miembros de grupos pequeños pueden preguntarse unos a otros cómo podrían ser de ayuda, qué necesitan para atravesar un área específica o qué los está deteniendo.

“Esto no reemplaza ningún trabajo terapéutico que uno pudiera estar haciendo, pero es una asociación de pacto que nos ayuda en el viaje juntos”, explica Neuhauser.

Dado que los metodistas unidos buscan involucrarse más en el trabajo de la justicia social en sus comunidades, Meinholz subraya que el deseo de sentirnos más cerca de Dios tiene que ver con ayudar a personas marginadas del vecindario o hacer algo sobre el cambio climático.

“El sanar un mundo quebrantado también nos sana a nosotros”, afirma Meinholz. “Jesús dijo que vayamos para hacer cosas más grandes. Para hacerlo, necesito orar todos los días. Necesito cantar algunas canciones de adoración cada día. Necesito recordar el evangelio que me salva, para poder enfrentar con la resurrección a un mundo verdaderamente trastornado”.

“En New City, hablamos de la transformación interna y externa”, dice Meinholz. “Se entrelazan entre sí y uno no puede tener una sin la otra. Es una sola cosa”.

Crystal Caviness trabaja en UMC.org, en Comunicaciones Metodistas Unidas. Contáctese por email.

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