Una perspectiva bíblica sobre las seis causas de la hambruna mundial

El hambre global es uno de los grandes desafíos que la humanidad enfrenta. Algunas veces, cuando intentamos responder a la hambruna, nos olvidamos de responder a sus causas.

El programa World Food de las Naciones Unidas menciona seis causas para la crisis del hambre mundial. ¿Cuáles son y cuál podría ser la respuesta bíblica que debemos dar a cada una de esas causas?

1. Pobreza:

La pobreza es un círculo vicioso, y el gran problema en este círculo es la falta de alimentos. Si los agricultores carecen de tierra, agua o dinero para comprar semillas y fertilizante, entonces no podrán proveer de los alimentos necesarios. La carencia de alimentos es la causa del hambre en grandes y pequeñas proporciones.

Reflexión bíblica:

“El ayuno que he escogido, ¿no es más bien romper las cadenas de injusticia y desatar las correas del yugo, poner en libertad a los oprimidos y romper toda atadura? ¿No es acaso el ayuno compartir tu pan con el hambriento y dar refugio a los pobres sin techo, vestir al desnudo y no dejar de lado a tus semejantes?” (Isa. 58:6-7 NVI).

El propósito que Dios tenía al crear a su pueblo fue siempre que fuera una bendición a las naciones a su alrededor. Este texto de Isaías, que resuena en el Evangelio de Mateo, indica que los pobres son considerados como nuestra familia que vive bajo el mismo techo de la casa que Dios provee. Jesús también deja en claro en muchos pasajes que cuando amamos y cuidamos de los pobres, estamos amando a Dios (Mateo 25).

2. Poca inversión en la agricultura:

El no invertir en la agricultura implica una carencia de carreteras para transportar lo cosechado, de depósitos donde almacenar las cosechas, de irrigación para las plantas, y de dinero para comprar semillas resistentes a la sequía. La Organización para Alimentos y Agricultura de las Naciones Unidas afirma que la inversión en agricultura es la estrategia más efectiva para reducir la pobreza. Por cierto, más efectiva que la inversión en cualquier otro sector.

Reflexión bíblica:

La historia de Génesis 41-46 es un excelente ejemplo de cómo José invirtió en la agricultura en base a su interpretación de los sueños del Faraón, lo que llevó a almacenar el grano para proveer a la gente del país a través de depósitos. Imaginémonos si países y líderes imitaran los depósitos de José para almacenar el superávit para compartirlo con otros países que pasan por alguna crisis. 

3. Desastres naturales y climáticos:

El cambio climático está multiplicando las inundaciones, tsunamis y sequías en todo el mundo. Además, la deforestación que los humanos producen en todo el mundo produce la erosión del terreno y, por tanto, se destruye la capacidad para producir cosechas. Todo esto continúa el ciclo de escases de alimentos, inestabilidad económica y pobreza.

Reflexión bíblica:

“Noé se dedicó a cultivar la tierra, y plantó una viña” (Génesis 9:20, NVI). ¿No es maravilloso que después del diluvio en Génesis, lo primero que Noé hizo fue plantar una viña? Después de un desastre global, el plantar una viña fue una hermosa manera de empezar a cultivar otra vez.

Debemos cuidar la tierra como un don que nos fue dado, antes y después de desastres. Esto incluye no sólo cuidar del suelo y de la tierra, sino de la gente. Muestra tu amor plantando viñas de todo tipo para generar nueva vida.

4. Guerra y desplazamiento:

La guerra es una horrible realidad en nuestro mundo. Todos los días los noticieros nos muestran cómo la guerra interrumpe la agricultura y la producción de alimento y, lo que es peor, desplaza a la gente que huye de sus hogares y tierras para evitar el conflicto y la muerte. La guerra produce hambruna porque desplaza a la población y destruye la tierra. En muchos casos, la falta de alimentos viene a ser un arma usada en contra del enemigo, lo que termina afectando a los civiles que viven en la región.

Reflexión bíblica:

Esto les servirá de señal: Encontrarán a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. De repente apareció una multitud de ángeles del cielo, que alababan a Dios y decían: Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los que gozan de su buena voluntad (Lucas 2:12-14 NVI).

El simple anuncio del nacimiento de Cristo a todo el mundo fue una proclamación que traía paz y buena voluntad. La perfecta imagen de Dios para toda la humanidad se resumía en un bebé completamente hombre y completamente Dios, el cual traía paz y buena voluntad. Es irónico que este bebé fue desplazado por el conflicto humano. Trabajemos por un mundo sin guerra, a fin de ver a quienes fueron desplazados como persona que necesitan la gracia y paz de Cristo.

5. El mercadeo de alimentos se hace inestable

El costo de los alimentos se vuelve cada día más volátil. Cuando se producen variaciones de precio, la alimentación nutritiva se convierte en una mercancía difícil de conseguir entre los pobres. Cuando los precios suben, la gente tiende a reducir la comida que consume a alimentos menos nutritivos, lo que produce deficiencias en micronutrientes.

Reflexión bíblica:

 “Multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo, y les daré todas esas tierras. Por medio de tu descendencia todas las naciones de la tierra serán bendecidas, porque Abraham me obedeció y cumplió mis preceptos y mis mandamientos, mis normas y mis enseñanzas” (Génesis 26:4-5 NVI).

Según la Biblia Hebrea, el fin para el cual Dios bendijo a su pueblo escogido fue que el pueblo se convirtiese en el canal a través del cual Dios bendeciría a las naciones a su alrededor. ¿Cómo puede el pueblo de Dios convertirse en una bendición para otros a través de alimentación y semillas sanas y asequibles?

6. Alimentos desechados

Una de ocho personas en el mundo sufre de hambre. Ahora añadamos lo siguiente a la situación: Un tercio de todos los alimentos que se producen (1.3 billones de toneladas) nunca llega a consumirse. Estas cifras deberían espantarnos, especialmente a quienes vivimos en países donde no se reconoce este desperdicio. Consideremos también la cantidad de gases que crean el efecto invernadero y toda el agua limpia que se desperdicia en la producción de alimentos que se desechan, mientras millones de gente se mueren de hambre.

Reflexión bíblica:

“Cuando llegue el tiempo de la cosecha, no sieguen hasta el último rincón de sus campos ni recojan todas las espigas que allí queden. No rebusquen hasta el último racimo de sus viñas, ni recojan las uvas que se hayan caído. Déjenlas para los pobres y los extranjeros. Yo soy el SEÑOR su Dios” (Levítico 19:9-10 NVI).

¿Cómo es que nos hemos equivocado tanto en cuanto a nuestras cosechas y el uso de la comida? Desde el principio, Dios trataba de enseñarnos el profundo significado del espigar y, sin embargo, estas palabras han caído en oídos sordos, como lo demuestra nuestros tachos de basura llenos de comida podrida y malgastada.

No tenemos el derecho a hacer lo que se nos antoje con nuestras cosechas, porque las cosechas pertenecen a Dios, y Dios nos ha mandado a cuidar del hambriento.

¿Qué tendrá que pasar para que veamos a Dios en los necesitados y extranjeros? ¿Qué tendrá que pasar para que tengamos compasión del hambriento? Como pueblo de Dios, tenemos un sagrado llamamiento a terminar, hoy mismo, con las causas del hambre. No tendremos que viajar muy lejos para encontrar el hambre que azota a muchos.

Comida para el alma.


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