Desafiliación: El dolor de la transición

Desafiliación: El tan sólo leer la palabra puede desencadenar una variedad de emociones, incluyendo el dolor.

La clave para avanzar a un período de esperanza para la Iglesia Metodista Unida y para nosotros mismos está en entender por qué y cómo nos dolemos en este momento en la historia de la denominación, cuando las congregaciones votan para desafiliarse de la iglesia.

Permiso para el duelo

La pérdida está siempre al centro del duelo. Con más frecuencia se conecta con la pérdida de un ser amado. Pero esta definición estrecha podría impedir el proceso de duelo necesario ante la desafiliación, cuando la pérdida incluye relaciones, tradiciones, comunidad y hasta un edificio.

“Dado que se trata de una institución, la gente quizá no sienta que tiene permiso para dolerse, para decir ‘esto es una pérdida de algo importante’, dice Matthew Johnson, director espiritual y cofundador de The Neighboring Movement.

Cuando algunas congregaciones dejan la Iglesia Metodista Unida, los que se quedan como metodistas unidos a menudo se encuentran buscando una nueva comunidad metodista unida. Hasta el dejar el edificio físico puede causar un profundo dolor.

“Siempre decimos que la iglesia es la gente, pero ocurre que el edificio es símbolo de donde realizamos la EBV, donde nos casamos y bautizamos a nuestros niños. Es un lugar especial y sagrado. Esos lugares alimentan el alma”, explica la Rev. Linda Holbrook, directora espiritual y pastora de la Iglesia Metodista Unida Morgan Hill.

¿Cómo está tu alma?

Reconocer que tenemos dolor es el primer paso necesario para procesar y sanar.

“El luto es un trabajo duro”, reconoce Holbrook. “Pero la alternativa a realizar este trabajo sólo lleva a la ira, la frustración y el sufrir sin admitir que uno está en duelo”.

No tenga temor de hablar de su dolor, con Dios y con otros.

La narración auténtica y el escuchar sagrado dentro de una comunidad segura son la clave para avanzar a través del dolor en forma sana, dice Brenda Buckwell, directora espiritual y fundadora de Living Streams Flowing Water spiritual formation ministry.

“Cuando preguntamos ‘¿Cómo está tu alma?’ esto invita a una narración muy profunda”, explica Buckwell, añadiendo que la gente se conecta a través de las historias que contamos. “Lo más privado es lo más universal”, nos dice, “y nuestro duelo es algo privado”.

Dejando ir al dolor

Además de hablar intencionadamente acerca de nuestro dolor con otras personas de ideas afines o con algún profesional (como un terapeuta o director espiritual), también hay otras herramientas disponibles.

Cosas como la jardinería, natación, correr, bailar o movernos de alguna forma “nos puede ayudar a soltar las garras del dolor, para que podamos movernos hacia la sanidad”, comparte Buckwell.

Escribir acerca de la situación y cómo uno se siente es otra herramienta conocida.

“Haga una lista de lo que ha perdido, y una lista de lo que usted ama”, sugiere Holbrook. “Clarifique si algunas de las cosas que ama quizá podrían encontrarse en otros lugares o de otras maneras”.

“Recuerde las cosas buenas que la comunidad le entregó y lo importante que fueron en su vida”, recomienda Johnson, añadiendo que estos ejercicios a menudo son capaces de acceder a los sentimientos unidos a las memorias.

“Uno está en un espacio emocional en el que estamos cara a cara con lo que uno está perdiendo y con la manera en que uno se siente en cuanto a la pérdida”, explica Johnson.

Holbrook sugiere usar rituales. Quizá tomarse 10 minutos al día para sentarse con su propio dolor. “Separe un tiempo para esto y después vuelva a sus actividades regulares”, nos dice.

Ponga atención a cómo se siente, incluyendo si se enoja con facilidad, si se siente más cansado de lo normal o si su rutina de oración o tiempo con Dios ha cambiado.

“La mejor herramienta que la gente necesita ahora mismo es la autocompasión”, afirma Holbrook. “Uno no debe fingir que nada está sucediendo o que no hay dolor. Uno debe aceptar donde uno se encuentra y tener autocompasión para ser bondadosa con una misma y cuidar de sí misma”.

Reconocer el dolor causado por la desafiliación y trabajar para procesar el dolor podría llevarnos a un lugar más esperanzador.

“Si uno puede dolerse adecuadamente y honrar los sentimientos de pérdida o desilusión, esto nos dará espacio y energía para que surja el bien que está por venir”, comparte Johnson. “Me aferro a la esperanza de que Dios nos puede llevar a través de la pérdida y a lo que está por venir. Esto me da la valentía para participar en lo bueno que Dios tiene reservado”.

Crystal Caviness trabaja en UMC.org, en Comunicaciones Metodistas Unidas. Contáctese por email o llame al 615-742-5138.

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