Énfasis wesleyanos particulares

Aun cuando Wesley compartía con muchos otros cristianos la creencia en la gracia, la justificación, la seguridad y la santificación, él las combinó de un modo poderoso creando así un énfasis particular de cómo vivir la vida cristiana en plenitud. La tradición evangélica de los Hermanos Unidos, especialmente según la expresó Philip Willam Otterbein, de trasfondo reformado, ofreció énfasis particulares similares.

La gracia domina nuestro entendimiento de la fe y vida cristiana. Por gracia entendemos la acción inmerecida y amorosa de Dios en la existencia humana mediante el Espíritu Santo quien está siempre presente. Aunque la gracia de Dios es indivisible, esta precede a la salvación como gracia preveniente, continua como gracia justificadora, y culmina como gracia santificadora".

Afirmamos que la gracia divina se manifiesta en toda la creación aun cuando el sufrimiento, la violencia y el mal están presentes en todas partes. La bondad de la creación encuentra cumplimiento en los seres humanos, quienes están llamados a una relación de pacto con Dios. Dios nos ha dotado de dignidad y libertad y nos ha llamado a ser responsables por nuestras vidas y por la vida del mundo.

En la autorrevelación de Dios, Jesucristo, vemos el esplendor de nuestra verdadera humanidad. Aun nuestro pecado, con sus consecuencias destructivas de toda la creación, no altera la intención de Dios respecto a nosotros—santidad y felicidad de corazón. Ni limita tampoco nuestra responsabilidad por la manera en que vivimos.

A pesar de nuestro quebrantamiento, somos criaturas creadas por un Dios justo y misericordioso. La restauración de la imagen de Dios en nuestras vidas requiere gracia divina que renueve nuestra naturaleza caída.

Gracia preveniente—Reconocemos la gracia preveniente de Dios, el amor divino que rodea a toda la humanidad y que precede todos y cualquiera de nuestros impulsos conscientes. Esta gracia aviva nuestro primer deseo de agradar a Dios, nuestro primer atisbo de entendimiento de la voluntad de dios y nuestra primera convicción, ligera y transitoria, de haber pecado contra Dios.

La gracia de Dios también despierta en nosotros un ansia de ser librados del pecado y de la muerte y nos mueve hacia el arrepentimiento y la fe.

Justificación y seguridad—Creemos que Dios alcanza al creyente arrepentido con su gracia justificadora y su amor que le acepta y perdona. La teología wesleyana enfatiza que un cambio decisivo puede ocurrir y ocurre en el corazón humano bajo el estímulo de la gracia y la dirección del Espíritu Santo.

Mediante la fe, al ser justificados, nuestros pecados son perdonados y somos restaurados al favor de Dios. Dios, al corregir nuestras relaciones mediante Cristo, despierta nuestra fe y esperanza al experimentar la regeneración mediante la cual somos nuevas criaturas en Cristo.

Este proceso de justificación y nuevo nacimiento frecuentemente es llamado conversión. Tal cambio puede ser súbito y dramático, o gradual y cumulativo. Marca un nuevo comienzo, pero es parte de un proceso continuado. La experiencia cristiana de transformación personal siempre se manifiesta como fe que obra en amor.

Nuestra teología wesleyana también abraza la promesa bíblica de que podemos esperar recibir seguir. Seguridad de nuestra salvación presente, cuando el Espíritu da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios

Santificación y perfección—Afirmamos que la maravilla de la aceptación y perdón de parte de Dios no es el final de la obra redentora de Dios, sino que esta continúa nutriendo nuestro crecimiento en la gracia. Mediante el poder del Espíritu Santo, se nos capacita para crecer en el conocimiento y amor de Dios y en el amor de nuestro prójimo.

El nuevo nacimiento es el primer paso en este proceso de santificación. La gracia santificadora nos lleva hacia el don de la perfección cristiana, la que Wesley describió como el corazón habitualmente lleno de amor a Dios y al prójimo y tener la mente de Cristo y andar como él anduvo.

Este don gratuito del poder y amor de Dios, esperanza y expectación de los fieles, ni lo merecemos por nuestros esfuerzos, ni se ve limitado por nuestras flaquezas.

Fe y buenas obras—Vemos la gracia divina y la actividad humana obrando juntas en la relación entre fe y buenas obras. La gracia de Dios promueve la respuesta y disciplina humanas..

La fe es la única respuesta esencial para la salvación. Sin embargo, las Reglas Generales nos recuerdan que la salvación se hace patente mediante las buenas obras. Para Wesley, aun el arrepentimiento debe ser acompañado de frutos dignos de arrepentimiento u obras de piedad y misericordia.

Tanto la fe como las buenas obras son parte de una teología de la gracia que lo incluye todo, puesto que ambas surgen del amor gratuito de Dios derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo".

Misión y servicio—Insistimos que la salvación personal siempre envuelve la misión cristiana y el servicio al mundo. Al vincular el corazón y la mano, afirmamos que la religión personal, el testimonio evangélico y la acción social cristiana son recíprocos y se refuerzan mutuamente.

La santidad bíblica implica más que piedad personal; el amor de Dios está siempre vinculado con el amor al prójimo, una pasión por la justicia y renovación en la vida del mundo.

Las Reglas Generales representan una expresión tradicional de la relación intrínseca entre la vida y el pensamiento cristiano según esta se entiende en la tradición wesleyana. La teología es sierva de la piedad, y esta es a su vez la base de la conciencia social y el ímpetu para la acción social y la interacción global, siempre dentro del contexto capacitador del reinado de Dios.

Naturaleza y misión e Iglesia—Finalmente, enfatizamos la función nutricia y de servicio de la fraternidad cristiana en la Iglesia. La experiencia personal de fe se nutre en la comunidad de adoración.

Para Wesley no hay otra religión que la religión social, ni otra santidad que la santidad social. Las formas comunitarias de fe en la tradición wesleyana no solamente promueven el desarrollo personal; también nos capacitan y movilizan para nuestra misión y servicio al mundo.

La extensión de la iglesia surge de la acción del Espíritu. Como metodistas unidos respondemos a esa acción mediante una política conexional basada en nuestra mutua responsabilidad. Los lazos conexionales nos unen en fe y servicio en nuestro testimonio global, lo que hace que la fe se torne activa en el amor e intensifique nuestro deseo de que haya paz y justicia en el mundo.

De la Disciplina de La Iglesia Metodista Unida -— 2016. Derechos reservados 2016 por The United Methodist Publishing House. Usado con permiso.

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