Nuestras raíces cristianas: Jesús

En su intento por encontrar palabras para expresar su fe en Jesús, los escritores del Nuevo Testamento le dieron diferentes nombres. Jesús fue Señor, Rabino, Maestro. Fue el Camino, la Verdad y la Vida. Fue la Puerta del Redil, la Luz del mundo, el Príncipe de la Paz y más. En la larga tradición de la iglesia, se le han dado veintenas de nombres o títulos más. Analicemos cinco de los nombres bíblicos más importantes que se le han dado a Jesús:

Hijo de Dios

Creemos en Jesús como hijo especial de Dios. Lo llamamos la Encarnación, que significa que Dios estuvo en el mundo en la persona de Jesús de Nazaret. Los escritores de los Evangelios lo explican de diferentes maneras. En Marcos, Jesús parece ser adoptado como Hijo de Dios en el bautismo. En Mateo y Lucas, Jesús es concebido por el Espíritu Santo. En Juan, Jesús es el Verbo preexistente de Dios que "se hizo hombre y habitó entre nosotros" (1:14). Sin importar cómo ocurrió este misterio, afirmamos que Dios se halla totalmente presente en Jesucristo.

Hijo del hombre

Paradójicamente, también creemos que Jesús fue plenamente humano. Una de las primeras herejías de la iglesia proclamaba que Jesús solo parecía ser humano, que en realidad era una figura divina disfrazada. Pero la iglesia primitiva rechazó esto. Afirmó que Jesús era una persona en todo sentido igual que nosotros. Fue tentado. Sintió cansancio . Derramó lágrimas. Expresó su ira. De hecho, Jesús es la imagen con la que Dios nos muestra qué significa ser un ser humano maduro.

Cristo

Decimos "Jesucristo" con facilidad, casi como si "Cristo" fuese el apellido de Jesús. Sin embargo, este nombre es otra forma de expresar quién creemos que es Él. Cristo es la traducción al griego de la palabra hebrea Mesías, que significa el Ungido de Dios. Muchos años antes de la época de Jesús, los judíos habían estado esperando un nuevo rey, un descendiente del venerado Rey David, quien restauraría la gloria de la nación de Israel. Como los reyes de antaño, este sería ungido en la cabeza con aceite, lo cual significaría la elección de Dios; por lo tanto, el Elegido = el Ungido = el Mesías = el Cristo. Los primeros cristianos judíos proclamaban que Jesús efectivamente era este Elegido. Por lo tanto, al llamarlo hoy nuestro Cristo, afirmamos que era y es la culminación de la vieja esperanza y el Elegido de Dios que traerá la salvación de todos los pueblos, para todos los tiempos.

Señor

También proclamamos que Jesús es nuestro Señor, a quien entregamos nuestra lealtad devota. La palabra Señor tiene un significado más poderoso para la gente de la época medieval, porque, de hecho, vivían bajo la autoridad de señores y monarcas. Hoy a algunos nos puede resultar difícil reconocer a Jesús como Señor de nuestras vidas. Estamos acostumbrados a ser independientes y autosuficientes. No nos hemos arrodillado ante la autoridad. Proclamar a Jesús como Señor significa someter libremente nuestra voluntad a la suya, profesar humildemente que es él quien está a cargo de este mundo.

Salvador

Quizás lo mejor de todo, creemos que Jesús es el salvador, por el que Dios nos ha librado de nuestro pecado y nos ha dado el don de la vida plena, la vida eterna y la salvación. Hablamos de este don como la redención, nuestra reunión o reconciliación con Dios. Creemos, de maneras que no podemos explicar del todo, que Dios hecho esto a través del misterio del sacrificio abnegado de Jesús en la cruz y su victoria sobre el pecado y la muerte en la Resurrección.

Del Manual del Metodista Unido, Revisado por George Koehler (Recursos de Discipulado, 2006), pp. 76-77. Usado con permiso.  

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