Cuando los desafíos revelan el llamamiento de Dios

Ashlyn Stackhouse, metodista unida de toda una vida, dice que una crisis médica desafiante resultó en un llamado a ser consejera genética, en la esperanza de ayudar a otros que pasan por problemas similares. Foto cortesía de Ashlyn Stackhouse.
Ashlyn Stackhouse, metodista unida de toda una vida, dice que una crisis médica desafiante resultó en un llamado a ser consejera genética, en la esperanza de ayudar a otros que pasan por problemas similares. Foto cortesía de Ashlyn Stackhouse.

Para Ashlyn Stackhouse, la medicina es “una forma de adoración”.

Esta metodista unida de 25 años ha llegado a esta conclusión honestamente.

Aparte de las primeras 16 horas de su vida, Stackhouse y sus padres han vivido una odisea médica misteriosa toda su vida. Esta vida de obstáculos hizo que Stackhouse llegara a seguir la carrera de consejera genética en la Escuela de Medicina de la Universidad de Carolina del Norte. Junto a su familia son miembros de la Primera Iglesia Metodista Unida de North Wilkesboro.

Los obstáculos de la vida producen un llamado

Según Stackhouse, su profesión la llama a usar sus experiencias personales para empatizar con sus pacientes y ofrecerles esperanza y perseverancia mientras buscan opciones médica.

Stackhouse nació como un bebé normal.

“Después se produjo un cambio drástico”, dice. “No podía succionar, tragar o alimentarme. Perdí firmeza y tono muscular. Los médicos no tenían idea qué había pasado”:

Por cinco años, sobrevivió a través de un tubo de alimentación en su estómago.

“No había mucha esperanza”, dice Stackhouse. “Estaba muy débil, especialmente mis piernas”, añade. “Solía correr como Forrest Gump con mis piernas abriéndose hacia los lados”:

No podía sonreír debido a la debilidad de los músculos faciales.

“Todavía recuerdo que la gente decía, ‘Cuando te conocí, pensé que eras una matona. Lucías como enojada, nunca sonreías. Pero al ir conociéndote, aprendí que tenías gozo. Estoy contenta de ser tu amiga’”.

Después de años trabajando con fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales y patólogos del habla, además de pruebas clínicas y tratamientos experimentales, Stackhouse desarrolló músculo, y ya no vive su vida en una silla de ruedas, como lo habían predicho.

“Lo que cambió mucho las cosas fue la perseverancia de mis padres”, nos dice. “Nunca perdieron la fe, nunca perdieron la esperanza”.

Allí donde el cuidado de la salud se encuentra con el amor de Dios

Al trabajar como consejera genética en la Universidad de Carolina del Norte, Stackhouse está decidida a tratar a sus pacientes como sus padres la trataron a ella. Una manera de privilegiar esta actitud fue pasar un año en Duke Divinity School como becaría en el programa Theology, Medicine and Culture. Este programa trata de “imaginar un mundo en el que las prácticas de cuidado de la salud muestran el amor y sabiduría de Dios”

“Ashlyn vino al programa con una visión bien clara”, afirmar el Dr. Farr Curlin, quien es profesor de Humanidades Médicas de C. Trent en la Universidad Duke y co-director del programa TMC. “Ashlyn quiere darle a la gente que se enfrenta con la incertidumbre y las dudas respecto a los diagnósticos genéticos, información que no sólo les ofrezca opciones sino que los ayude a ver el bien que todavía viene por delante”.

Se trata de “caminar junto a la gente que enfrenta cosas que dan miedo, para ayudarlas no solo a mantener el control, sino aprender a vivir de una manera que los ayude a encontrar lo bueno y no tan solo lo que da miedo”, dice Curlin.

Lo que la gente necesita —no solo los enfermos— es comunidad, dice Stackhouse.

“El mundo no hace una buena labor al dar la bienvenida a gente de diversos trasfondos, cognición y apariencia física. Así que, les entregamos recursos comunitarios que dan la bienvenida a la gente con todo tipo de discapacidad y habilidad, para verlas como creadas a la imagen de Dios”, explica Stackhouse.

La vida es un milagro

“Veo que estamos intricadamente diseñados hasta el nivel mismo de nuestro ADN”, comparte. “La vida es un milagro, y hay mucho que podría salir mal… Tenemos que recordar que no somos Dios en este mundo”.

“Por medio de la ciencia y la medicina, Dios nos permite entender las cosas hasta cierto punto, pero todavía retenemos el elemento de misterio”.

Jim Patterson es escritor independiente que vive en Nashville, Tennessee. Contáctese por email.

 

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