Hace dos años, desperté de una operación abdominal de emergencia. La cirugía removió de mi interior un tumor del tamaño del libro “Harry Potter” en tapa dura. El doctor me dijo que tenía un cáncer raro, agresivo e incurable.
Solía rezar para que Dios me hiciera "normal". Pero he aprendido que lo normal está sobrevalorado.